Silencio, oigo pasos
es la indiferencia
haciendo estragos,
quemando los lazos
sesgados por la mala idea
de que sólo hay un camino,
una sola vereda,
donde disfrutar la ventolera
y esquivar tantas mierdas,
que en mis zapatos
ya rebosan,
hasta tocar mi visera...
y todo lo que haces
huele al abono
que echas para cultivar
tu tierra,
allá donde vives tú solo,
desde que te fuiste
de nuestra vera,
allá donde adoras a tu dios
sin saber
que cualquier día
se puede pudrir tu cosecha...
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