Donde arden los espejos
allí, espera mi luna
deseando ser reflejo
de los charcos
que formaron mi fortuna.
Refugio en mi madriguera
de alhajas por miradas
donde guardar la primavera
y allí, esperar
a que lleguen mis hadas.
Terciopelo a mis manos
erizando, al canto de sirenas
esta piel de arena
donde el mar queda aún lejano,
sin orillas que bañar...
naufragando.
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